miércoles, 11 de mayo de 2011

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Cuando me decidí por mi especialidad fue, para qué negarlo, por puro interés clínico. Ya os lo conté en una de mis primeras entradas: la Psiquiatría empezó a llamarme la atención así por las buenas, y una vez comencé a estudiarla en 5º de carrera, me encantó: su historia, la psicopatología, los distintos síndromes y enfermedades que abarca... Pero eso: interés clínico. Los que me conozcáis en persona seguramente me habréis oído decir alguna que otra vez: "El trastorno bipolar es precioso" o "Me encanta la enfermedad inflamatoria intestinal". ¿Que por qué pongo dos ejemplos tan distintos? Porque las dos las diría -y las sigo diciendo- desde un punto de vista puramente científico. La Psiquiatría me gustaba -y gusta- por eso, al igual que me siguen gustando la Gastroenterología o la Neurología. Una clínica muy bonita. 
Ahora, a punto de cumplirse mi primer año como residente, puedo ver cómo ha cambiado -por suerte- mi interés y mis razones para pensar que mi especialidad es "bonita" (poneos cómodos que intuyo que se acerca una de mis parrafadas).

 Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sufrido alguna enfermedad somática. Más o menos grave, más o menos larga, más o menos pesada. Si no una enfermedad en sí, todos hemos experimentado un dolor de garganta, molestias digestivas o, simplemente, nos hemos pegado una señora hostia contra el suelo (yo soy especialista en esto último). Por eso, cuando alguien conocido o no (nuestro padre, nuestra pareja, un famoso, el amigo del primo de la tía de la cuñada de tu vecina, etecé) sufre algo de esto, podemos ponernos en su lugar. Quizá no nos han transplantado un riñón ni estamos yendo a quimioterapia, pero podemos llegar a comprenderlo. El dolor físico, por tanto, es algo "normal". 
Pero... ¿qué pasa cuando hablamos de la enfermedad mental? Vale, todos a nivel psíquico también hemos sufrido de una u otra manera: esos días "de bajona", estar ansiosos por algo... Pero no todos tenemos meses e, incluso, años "de bajona", o cambios brutales en el estado de ánimo; no todos tenemos un nivel de ansiedad constante que te dificulta el día a día ni, mucho menos, esa sensación de que el mundo que te rodea es extraño, de que te persiguen, de que ves cosas que, por mucho que te digan que no están ahí, sigues viendo. A los ojos de "los de fuera" estas personas son, si no peligrosas, por lo menos "extrañas": pueden tener todo en la vida y, a pesar de eso, se pasan largo tiempo encerrados en casa llorando y sin querer ver a nadie, ser personas brillantes pero que evitan comer o hablar en público, personas que se tiran 2 semanas eufóricos y sin dormir y otras 2 con el ánimo por los suelos, o sujetos que demuestran cualquier tipo de conducta bizarra. A lo que quiero llegar: el dolor mental, amigos, es doblemente jodido, perdonen ustedes la expresión. Por un lado por el dolor que nos genera en sí la patología y, por otro, por la incomprensión y el rechazo de la sociedad.

 Como he dicho hace párrafo y pico, en este primer año de residencia he podido darme cuenta de lo bonita y terriblemente dura que es esta especialidad. Lo de dura por lo que acabo de explicar; y, retomando lo de bonita: bonita por lo clínico, sí, pero bonita también por dar la oportunidad de poder ayudar a alguien a hacer ese dolor algo más llevadero, hacer partícipes del proceso de la enfermedad a sus familiares, que tengan el apoyo y comprensión que le son tan necesarios. Cualquier médico puede decir exactamente esto mismo sobre una patología somática, claro está, no voy a ir yo de María Teresa de Calcuta por haberme metido en estos lares; pero no todos los médicos tienen que lidiar con ese dolor que produce el rechazo, el miedo y la incomprensión generados por el desconocimiento que hay sobre las enfermedades y los enfermos mentales. Y es que, al fin y al cabo, es eso: desconocimiento. Desconocimiento que no debería estar ahí, ya que, lo creamos o no, la patología psiquiátrica es algo bastante frecuente.
Por eso, y para ir acabando y enlazar un poco con el título de la entrada, os recomiendo, ya seáis médicos o no, visitar esta web: 1decada4, una muy buena iniciativa de la Junta de Andalucía, que incluye vídeos, artículos, enlaces y -muy interesante- testimonios reales de pacientes y profesionales sanitarios, que ojalá sirva para ir haciendo desaparecer el estigma que conllevan las enfermedades mentales.





Besitos, abrazos y hasta la próxima.