lunes, 21 de mayo de 2012

Propósitos para el año (de residencia) nuevo: retrospecteando

 Pues aquí estamos, casi un añito después de firmar esa entrada en la que me proponía firmemente y con toda la buena intención del mundo (¡oh, bendita criatura!) cumplir una serie de objetivos durante mi segundo año de residencia. Para ir resumiendo y para todo aquel al que no le apetezca leerse la entrada completa lo digo ya: no he cumplido ni uno. Pero ni mijita. Así que, para los que habéis decidido continuar leyendo (sé que la decisión estaba difícil, seguramente os debatíais entre leer esto, la etiqueta del champú o la revista de Ana Rosa), os anuncio que las próximas líneas y/o parrafadas son básicamente una autocrítica destructiva. Pasen y vean.

- Propósito incumplido número uno: sacarme el carnet. Hice el intento, que conste. Me apunté, pagué e incluso fui a un par de clases. Pero de ahí no pasé. Uno de esos días me quedé mirando el test a medio suspender hacer que aparecía en la pantalla del ordenador, en silencio, pensativa, preguntándome que quién soy yo para privar de un sueldo y de nuevos ingresos a Tussam, Renfe, las compañías de taxis, los chóferes de los coches de caballos del parque de Mª Luisa. Así que recogí mis cosas, dije que iba a por tabaco y no volví. Fin de la historia.
 ¿Y ahora? Debería sacármelo, lo sé. Al menos antes de dos años, que es cuando supuestamente acabaré la residencia y cuando supuestamente pueden mandarme a un pueblo perdío de la mano de Dios a trabajar. Pero eso: dos años. Como decía Escarlata O'Hara: ya lo pensaré mañana (Loli del futuro: ódiame).

- Propósito -parcialmente- incumplido número dos: ir al gimnasio. Oh, una pequeña alegría. Sí que fui una buena temporada al gimnasio. Y me lo pasaba bien, oigan: me enchufaba mis cascos con música horrorosa (el escuchar el Danza Kuduro o a Pitbull mientras hacía ejercicio producían en mi un extraño estado de frenesí con el que pedaleaba, corría o abdominaba más y más... supongo que así intentaba que mis arcadas y demás sonidos agónicos ocultaran esa "música"), me entretenía viendo a esos tíos con más envergadura (amo esta palabra: en-verga-dura... oy qué cochina!) que altura, sudaba como un pollo (¿los pollos sudan?), e incluso un par de veces ligué (si es que se puede considerar ligar el que un tío se te acerque y trate de convencerte de que eres la hermana gemela desaparecida de su ex). Entonces, si todo era tan chachi piruli... ¿por qué dejé de ir? Supongo que por lo mismo que no cumplo prácticamente nada de lo que me propongo (de lo que propongo a la gente sí, ¡ojo! (ojete) sólo soy una mierda de persona conmigo misma). Porque soy una inconstante y me puede la desidia. En fin, con o sin gimnasio tengo un culazo (de cada 20 insultos tengo que dedicarme un piropo para evitar comenzar con conductas autolíticas).

- Propósito incumplido número tres: establecer una relación sexual amorosa con alguien que no tenga más patología mental que yo misma. Incumplido por parte doble, o triple si me aprietan: sigo soltera y cualquier intentona de relación que haya tenido en este tiempo se ha visto boicoteada por mi, por el susodicho o por todos mis compañeros, pero por mi primero. Cosa que no entiendo. Vale que tienda a lo ansioso-depresivo con fluctuaciones hipomaníacas, que sea una desordenada, que no sepa cocinar, que me levante con cara y pelos de Robert Smith... pero también tengo mis cosas buenas: tengo mi antes mencionado culazo, me sé muchos chistes de "Se abre el telón..." (y algunos hasta tienen gracia), tengo un blog en el que me dedico a escribir chorradas, me muerdo las uñas con arte y maestría (fijaros en ellas cuando me veáis, ¡nadie se cree que sean mordidas! <- se supone que esto es algo positivo), sé tocar esta canción con la flauta dulce, y suelo hablar de amputaciones y purulencias mientras como (todo lo antes mencionado es un copiaypega de mi perfil en Meetic). En serio, no me explico por qué sigo soltera. 

- Propósito incumplido número cuatro: estudiar en serio. Bueno, a ver, esto tampoco está totalmente incumplido. Lo que pasa que, en serio en serio, poco. Digamos que soy autodidacta, que queda más bonito que decir que soy floja.

- Propósito incumplido número cinco: ser más ordenada. Aquí no iba a comentar nada, sólo iba a limitarme a echar una foto a mi cuarto y colgarla, pero la cámara ha explotado cuando he hecho el intento. Creo que no existen los megapíxeles suficientes en el mundo para captar tanto desastre.

- Propósito incumplido número seis: coordinar vida laboral-vida ociosexosocial de manera sana y armónica. Después de este año soy más consciente de que lo sano, armónico y equilibrado no es para mi. Además, ¿de qué iba a vivir mi psiquiatra si fuera así? Si al final hago las cosas (o no las hago) pensando siempre en los demás...

 Y bueno... ya vamos llegando al final de este deleite narrativo que supone el autoinsultarme. Para quien no lo sepa, estoy ya empezando mi tercer año de residencia, así que supuestamente -supuestamente- debería empezar a plantearme en serio un cambio en mi rumbo existencial. ¿Que qué cambio es ese? Pues no voy a prometer ni prometerme nada. Por un lado, porque -a pesar de que sé que habréis disfrutado like a female dog- no quiero mirar atrás dentro de un año y ver qué no he cumplido nada (ojos que no ven...) y por otro, y ya en serio, porque de palabras bonitas no vive nadie, y por mucho que yo escriba, me diga o trate de autoconvencerme, si no tengo la intención y el deseo de empezar a mover las cosas para cambiar para bien, no servirá de nada. Por suerte, y poquito a poco, algo se está empezando a mover dentro de mi (aparte de la tenia que tengo alojada en el colon ascendente y el alien con cara de Jordi Pujol que estoy gestando). Iremos viendo el interesante giro de acontecimientos que puede producirse en mi vida en breve (qué manera de acabar la entrada, al más puto estilo cortinilla-enganche del Tomate).

Besitos, abrazos y palmaditas en el culo.